EL EXQUISITO SABOR DE UNA MUJER
Igual que ha Quevedo (que anda en boca de quienes nunca lo han leído) y de Borges (que dice cosas que nunca dijo) también a García Márquez le ocurre ser autor de textos que nunca escribió (pero que, al igual que el Quijote de Avellaneda -el apócrifo- anda orondo por el ancho mundo).El texto adjunto no es un plagio, pero a la vez, sería excesivo decir que se trata de un remedo. Pues solo se trata de un puñado de palabras que puede ser de todos y de nadie.
E em sua incalculável imperfeição constitua a coisa mais bela e mais perfeita de toda a criação imunerável.
Una mujer exquisita no es aquella que más hombres tiene a sus pies, si no aquella que tiene uno solo que la hace realmente feliz.
Una mujer hermosa no es la más joven, ni la más flaca, ni la que tiene el cutis más terso o el cabello más llamativo, es aquella que con tan sólo una franca y abierta sonrisa y un buen consejo puede alegrarte la vida.
Una mujer valiosa no es aquella que tiene más títulos, ni más cargos académicos, es aquella que sacrifica su sueño temporalmente por hacer felices a los demás.
Una mujer exquisita no es la más ardiente (aunque si me preguntan a mí, todas las mujeres son muy ardientes...los que estamos fuera de foco somos los hombres) sino la que vibra al hacer el amor solamente con el hombre que ama.
Una mujer interesante no es aquella que se siente halagada al ser admirada por su belleza y elegancia, sino aquella mujer firme de carácter capaz de decir no.
Pero como para serlo verdaderamente, una mujer necesita de un hombre, un hombre verdadero es aquel que valora a una mujer así.
Que siente orgullo de tenerla por compañera.
Que sabe tocarla como un músico virtuoso toca su instrumento predilecto.
Que lucha a su lado compartiendo todos sus roles, desde lavar platos y regar el jardín, hasta devolverle las atenciones y cuidados que ella le prodigó antes.
Pero además un hombre es aquel que siempre tiene presente que las mujeres en eso de ser "muy machas", discretas y piadosas, nos llevan gran trecho.
¡Qué tontos hemos sido, y somos, cuando valoramos el regalo solamente por la vistosidad de su empaque!
¡Tonto y mil veces tonto el hombre que come mierda en la calle, teniendo un exquisito manjar en casa!